31 de octubre de 2016

narvarte poniente

I.
 
a estas alturas de la vida, uno ya tiene respuestas preparadas para ciertas preguntas: ¿a qué equipo le vas? ¿qué música te gusta? ¿eres católico? para ésta última, mi respuesta y la respuesta que le he oído decir a muchísimas personas, es: pues estoy bautizada y todo, pero... etc. "toda mi familia es católica y va la iglesia pero yo no tanto". "masomenos". no sé a los demás, pero a mí me cuesta rechazar mi catolicismo y aceptar mi ateísmo porque mi mamá me regaña. no es broma, ya lo pensé bien y esa es la razón principal, de alguna manera u otra. tal vez es que sé que la familia entera se decepcionaría, me desheredarían, ya no sería invitada a la cena navideña y perder mi derecho a comer tamalitos recalentados, no gracias. supongo que siento que representa algo familiar y conocido, algo seguro. creo que tampoco estoy lista para valerme por mí misma ideológicamente y decir fuck it, este desmadre es mi culpa y no de un ser superior que lo controla todo. todavía no puedo decirme a mí misma que todo está bien o aceptar el hecho de que todo está mal. pero no soy católica. hoy en día no está bien creer en algo y además yo ni rezo ni voy a la iglesia y ya me inventé mis propios mandamientos y hay muchas cosas de la religión católica que no me parecen. pero no puedo rechazarla del todo: cuando nos mudamos, mamá vino a visitar y en buena onda nos pegó la estampita de un santo en la puerta, para estar protegidas. no sé por qué si ella sabe que no creemos en esas cosas, pero por alguna chistosa razón no la he despegado de ahí. porsi. por si. y también porque la puso mamá y a ella sí que le creo.

II.

una de mis cosas favoritas de la relgión católica son los rezos o la actividad de rezar colectivamente. reconozco que tiene un efecto agradable el ir a misa a escucharlos a todos susurrando frases que alaban a santos y dioses. me sé algunos de memoria, son bien poéticos y tristes. como ese que dice dios te salve, reina y madre de misericordia, vida dulzura y esperanza nuestra. dios te salve, a ti llamamos los desterrados hijos de eva, a ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. ea pues señora abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y después de este destierro muéstranos a jesús, fruto bendito de tu vientre, oh clemente, oh piadosa, oh dulce virgen maría, ruega por nosotros santa madre de dios para que seamos dignos de alcanzar las divinas gracias de nuestro señor jesucristo. amén. está bien triste por aquello del valle de lágrimas y eso de que estamos desterrados y de que necesitamos mucha misericordia. me hace llorar un chorro. en temporada navideña, mi familia, que es de esas enormes con quince tíos y 40 sobrinos, reza en las posadas. todos, acarreados por las tías, se juntan junto al árbol navideño y rezan, los niños se sientan obligados y cantan canciones y cuando tienen edad suficiente los dejan dirigir, como si fuese un premio. hay nueve posadas antes del día de navidad (creo). es mi cosa favorita en el mundo porque estoy con gente que conozco muy bien y que no tiene de otra más que aguantarme y esa familiaridad y el murmullo me tranquiliza y es algo que he venido haciendo desde que tengo memoria. no hay ninguna otra cosa en mi vida que haga desde que tengo memoria. no tengo más tradiciones, y no es que las necesite, pero por eso me aferro a ésta. 


III.

una vez, a los cinco años, fuimos a misa y vi una bruja en la iglesia. era una mujer alta y delgada que vestía toda de negro y estaba parada a lado de las canastas de las ofrendas. cuando le pregunté a mi mamá sobre aquella mujer ella sólo me hizo ssssh porque estábamos a mitad del padre nuestro.


IV.

ya casi nunca siento esa serenidad que me dan las posadas familiares. a veces en el camión cuando ando muy zen o mientras camino sola en la calle, pero es distinto porque es una serenidad muy individual. una serenidad colectiva de ese tipo, no recuerdo. en el trabajo todo es siempre pura energía, todos brincando, gritando. la ciudad es puro movimiento. no voy a la iglesia y no me junto con nadie a consumir drogas, así que hace mucho que no siento eso. el sábado pasado fui a la presentación de una revista de esas en las que va gente y alguien está al frente y los demás se sientan alrededor y luego leen. había pocas personas y era en una cada vieja que ahora es una librería. había luces de colores. estaban leyendo una historia acerca de una tocada punk y todos escuchábamos en silencio pero reíamos ocasionalmente porque era una historia graciosa. algunos tomábamos cerveza de lata. creo que fue porque la sala estaba tibia y se sentía íntima, y quizás porque los muebles se parecían a los de mi tía miros, pero por primera vez en mucho mucho mucho tiempo sentí algo muy parecido a eso que se siente en las posadas. me sentí tranquila, en un ambiente que me recordaba a algo que me solía gustar.

uno no puede estar tan solo todo el tiempo.


 


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