14 de octubre de 2013

inventario no. 5




el fin de semana fui a la feria del libro y compré cosas, lo cual es un problema pues mi librero está más que repleto y ya no le cabe nada, así que lo vacié y mandé todos mis libros a otro lugar donde no se estarán empolvando. lo hice fríamente pues los amo y no quiero alejarme de ellos. a continuación una lista de los libros de los que no me pude deshacer y por qué. Cabe mencionar que no soy para nada una experta en literatura y que sólo me gusta leer, así que no se espere nada demasiado elegante o conocedor:


1- Language and Linguistics de John Lyons y Análisis de las estructuras del español de Irene Gartz, porque los llevé en la facultad y me los sé casi de memoria y creo que me formaron como la persona que soy ahora. Además el Lyons tiene las hojas más lisitas que haya palpado jamás y me recuerda a la maestra Blanca.

2- La Historiadora de Elizabeth Kostova, porque está bien padre, lo terminé de leer en un hotel abandonado en San Carlos, Sonora. La verdad me dio miedo. Onda pre-crepúsculo cuando los vampiros sí daban miedo.

3- Nada de Carmen Laforet. Este es sin duda mi libro preferido porque por alguna razón me llegó mucho. Lo compré en la feria del libro de Guadalajara y lo leí en el camión de regreso. Me identifiqué tanto pues yo también vivi la Guerra Civil Española, obviamente. En aquel entonces era más joven y estaba más triste, pero a la vez tenía más esperanzas, creo. Escribí párrafos del libro en las paredes de mi cuarto. Lo quise mucho.

4- La señora Dalloway de Virginia Woolf, es de mis preferidos de Virginia Woolf y me gusta más que mucho. Me recuerda a algún invierno en la secundaria, unas vacaciones largas y tardecitas de luz.

5- Los tipos duros no bailan. Dante me la recomendó y pues es lo más rudo que he leído, igual y no he leído mucho pero me enamoré de Norman Mailer.

6- El desprecio de Alberto Moraiva. El libro lo compré en otra feria del libro no recuerdo en dónde, en algunas vacaciones familiares. Probablemente Zacatecas o San Luis Potosí. También estaba muy jovencita cuando lo leí pero me hizo entender varias cosas de grandes. La relación de mis papás tal vez, mi primer noviazgo, maybe. Este libro sí lo sufrí mucho.

7- Los detectives salvajes. Arturo es fan. Por curiosidad lo leí hace poco y puedo decir que no había leído algo con tanto interés desde hacía mucho tiempo. Ya no sé si estoy conjugando bien los verbos.

8- Enfermario de Gabriela Torres Olivares. Es real, cuando lees sientes que tus neuronas se mueven distinto de acuerdo a lo que estés leyendo. Hay algunos libros que te hacen explotar el cerebro, cómo éste. Mi favorito por mucho, aunque a nadie le importe.

9- Letters  to a Young Poet de Rainer Maria Rilke. Yo pensaba que Maria Rilke era mujer. Este libro me lo regaló Faisal en la facultad, creo que se lo iba a dar a una muchacha y algo pasó y me lo dio a mí, que no soy una muchacha ni nunca lo fui. Es de esos libros de pasta dura de edición bonita y no es algo que yo hubiera leído voluntariamente pero como era regalo lo leí bien y me gustó bastante. Me recuerda a una época bonita y a una buena amistad.

10- the curious incident of the dog in the night-time de mark haddon. Perro muerto. Pobre perro. Un libro tierno y con pastas naranjas. Gustavo dobló la portada accidentalmente cuando se lo presté y fue y me compró otro, entonces supe que podíamos ser amigos. 

11- mi colección de tiras cómicas de mafalda que son de mi papá.



supongo que quería deshacerme de todo lo que tengo, porque me he estado sintiendo amontonada. quiero sentirme ligera y vacía. morir y no arrepentirme de nada. me da ansiedad tener cosas. cuando los libros se convierten en cosas sabes que es momento de seguir. saqué todo cortázar y saramago. no me importó nada. me corté los brazos y me arranqué los ojos. concluí que no necesito cosas para ser persona, pero siempre termino llenándome de algo más. 








2 comentarios:

Magrathea. dijo...

Enfermario es un precioso libro. También de mis favoritos. Su autora es de mis personas favoritas igual.

Nicolás Díaz dijo...

Da vértigo todo el tiempo que los libros se pasan guardados en un estante (en comparación con las pocas horas en que son leídos). Sí, hay que botarlos, que se usen. A Woolf nunca, pero a muchos otros sí.