24 de septiembre de 2015

parálisis del sueño


I.

la otra noche estaba dormida y como que medio desperté pero no me podía mover. ya se me había subido el muerto antes, no me era completamente extraño, pero esta vez también estaba soñando, creo. mientras estaba ahí sin poder moverme, vi de reojo una figura negra, alta y delgada, como una sombra, que estaba a la puerta de mi cuarto. se acercó a mí, puso su mano en mi cuello y comenzó a ahorcarme. en ese momento pude hacer un sólo movimiento con mi brazo y lo extendí para ahorcarlo(a) también. mi mano quedó apretando fuerte su cuello, pero luego era como si su brazo fuera el mío y cada vez que yo apretaba me apretaba más a mí. es decir, me estaba ahorcando a mí misma. no sé, era raro. llegó un momento en el que me desmayé y, supongo, fue el momento en el que me desperté, respirando con dificultad, jadeando y con la sensación de que recién me hubieran quitado de encima un peso muy grande.





II.

dos noches después  volví a paralizarme. en esta ocasión, recuerdo que estaba soñando aunque no recuerdo qué, y de repente desperté sin poder moverme. esta vez, vi a una persona sentada sobre los libros que tengo apilados en el suelo de mi cuarto. sólo podía verle las piernas ya que yo no podía mover la cabeza. era una mujer joven, una muchacha, era yo. eran mis piernas. traía una falda o un vestido. en cuanto se dio cuenta de que estaba despierta, se levantó y sin que yo pudiera verle la cara, se acercó a mi oído y me dijo con mi voz: "tranquila, no te agites". entonces me pude mover.



III. 


Septiembre 25. D me dejó en metro Zapata y yo estaba decidida a ir a trabajar pero una familiar angustia insoportable me impidió tomar el autobús y en cuanto estuve en la parada supe que iba a regresar a casa y lo hice. Regresé caminando, unas 40 cuadras. No se va a entender mucho, ni yo misma lo entiendo y puede que sea mas bien mera flojera pero mis cobijas ejercen un magnetismo sobre mí que no puedo controlar. Más que eso, es el terror que me da enfrentarme al día de repente. Una aversión bien rara. Y es una chiflazón, porque estoy segura de que nadie sale gustoso de su casa a horas tan tempranas para enfrentar el mundo y sin embargo lo hacen, y yo generalmente lo hago pero hoy no pude. HOY NO PUDE.

Estuve todo el día en casa, sola.

Están haciendo unas reparaciones en la avenida y hay un ruido infernal de máquinas. Intenté leer y ver televisión pero eso sólo me produjo un fuerte dolor de cabeza. Como a eso del mediodía me asomé a la ventana y vi en la esquina contraria a mi edificio una persona esperando cruzar la calle que se parecía mucho a mí, el mismo corte de pelo y complexión. Se para igual que yo, pensé. A las cinco de la tarde decidí ir a la librería porque no confío en mí cuando tengo dolor de cabeza y no quería estar sola. De regreso me tocó esperar para cruzar la calle en la esquina contraria a mi edificio y miré desde ahí a mi ventana y pude verme observándome desde ella.





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