14 de junio de 2025

El sambors de Morelos

Hace muchos años, en el 2015 o 16, llevé a D a Monterrey para pasar diciembre con mi familia. El primer día hubo carnita asada. El segundo día almorzamos barbacoa (de res. Para los que no saben: en el centro del país la barbacoa es de borrego entonces es un poquito diferente, ambas deliciosas). El tercero hubo caldo de res. Al cuarto día, D me dijo: Necesito un consomé, pollito o un bolillo, vamos a un Sambors, por favor. Fuimos al de Morelos.

Es un Sanbors como cualquiera pero está en el centro de Monterrey. Estaba lleno así que nos sentamos en la barra, donde se sientan los señores jubilados que van solos.

No me acuerdo cómo, pero el señor que estaba junto a nosotros empezó a sacarnos plática. Seguro fue porque escuchó el acento chilango de Daniel. Era un hombre como de 60 años, bigotón, de sombrero y botas, bien vestido, reloj caro, voz gruesa. Un ranchero rico de Apodaca o tal vez algún sampetrino amante de lo sencillo, me atrevería a decir. Muy regiomontano.

Ignoraba mi presencia en la conversación y casi siempre se dirigía a D porque él es hombre y yo no. (No es por ser pedera, pero es una actitud que nosotras enfrentamos más de lo que quisiéramos y seguido tenemos que elegir nuestras batallas jajaj) Empezó a hablar de negocios y de la vida. “Son una pareja joven” dijo. Preguntó por nuestros trabajos, aspiraciones, nuestra libertad financiera. Por supuesto que nos dio tips de gente rica como “cómprate dos casas y renta una”, pero también nos dio consejos interesantes y lecciones de vida.

A media conversación se inspiró, agarró una servilleta y le dijo a D que si tenía una pluma. D dijo que no pero que iba por una y se paró a pedirle una a un mesero. “Bueno, se ve que es movido y resuelve”, me dijo el señor. Me hizo sentir orgullosa. D regresó y el señor escribió lo siguiente:

Nos explicó que al principio está bien trabajar por un sueldo. Pero que ese trabajo debe hacer que luego muchos trabajen para ti, luego varias pymes trabajarán para ti, luego todos trabajarán por ti. Algo así, hasta llegar a la libertad financiera. Yo escuchaba medio incrédula porque trabajé en San Pedro Garza García y no era la primera vez que un rico me explicaba qué hacer con mis finanzas jajaja, pero D, quien es artista e intelectual pero sobre todo empresario, estaba tomando muchísimas notas mentales.

Yo le dije al señor que el dinero no era lo más importante, nomás pa ver si se enojaba. Me dijo que tenía razón y que nos iba a dar el secreto de la felicidad. Le dio vuelta a la servilleta y escribió:

Necesitas tener algo qué hacer, algo que amar y algo que esperar. Yo sé que nada de lo que nos dijo era novedoso, revolucionario ni profundo pero era directo y sobre todo era verdad jajaj. Ya al final, sí se dirigió a mí y me dijo: “¿Quieres de verdad a este muchacho?” Y yo le dije: Sí. Y me dijo antes de irse: “Pues cuídalo. Mi esposa sabe que tengo muchas capillitas pero no le importa porque sabe que ella es mi catedral”. Jajaja pinche viejo baboso.

No hay moraleja en esta historia pero platiquen con gente random y cómanse la ciudad entera donde sea que vivan.