18 de marzo de 2015

carta de amor a peña nieto





vivir en esta ciudad significa dos cosas: que las manos te huelan siempre a chicharrón y estar cerca de las puertas del infierno, las cuales, como ya establecimos, se encuentran en garibaldi. a lo mejor en realidad las puertas del infierno están en mis entrañas y por eso los cólicos mortales. 

tengo muchos comentarios que hacer pero no quiero decir nada triste que pueda arruinarnos la velada. ayer me fui a dormir pensando cosas no muy claras. 

el otro día estaba en una fiesta y una chica me estaba mostrando fotos de su gatito y yo fingía estar interesada (no me gustan mucho los gatos). pensé entonces que no hay nada más importante que el amor. el amor de la chica a sus gatos, el amor que le tienes a tu país, a tu equipo de fútbol, a tu familia o a las drogas.

cuando tenía doce años mi mamá, rendida ante la duda, me dijo que dios no existía tal y como lo pintaba la iglesia y que podía ser lo que yo quisiera. a los diecinueve mi guía espiritual me dijo que yo era dios y que nada podía lastimarme. pero me lastimaron, morí y resucité al tercer día. 

dios no existe. me gusta, sin embargo, cuando algunas personas se persignan (algunas). me parece lindo y siento entonces que esas personas están protegidas de todo, supongo que es la idea. también me agrada cuando la gente se reúne a rezar, el murmullo me calma. mi familia es católica, no conozco mucho de ninguna otra religión. mi familia es católica pero dios no existe. lo maté yo a los veinte, por mamón.

mi próxima víctima serás tú. te he estado observando y concluí que lo estás haciendo todo mal, eres un inútil. te voy a enterrar en el parque niños héroes. los patitos te comerán los ojos. 

ni siquiera sé si hay patos en ese parque y si hay, estoy casi segura de que los patos no comen ojos.



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