I.
te llega la vida de golpe. aire frío. tipo enero y un cigarro, una cerveza fría, tratas de ser más fluida, más bonita, te esfuerzas en serio por parecer más inteligente y te llega la vida de golpe en una canción. prometes poner tu mp3 en la próxima reunión para que la gente esuche tus canciones. te hormiguean las manos, la lengua, te urge el contacto humano porque estás como volando en medio de la nada o suspendida en el espacio. ya no sabes de qué habla nadie y te preguntas si de veras es importante. te das cuenta con cierta decepción de que nada importa, todo tema de conversación es irrelevante porque tú quiseras explicar cómo te sientes así en medio de la nada y cómo te sostiene alguien de la mano. seguramente te odian todos. te odian porque no lo quisiste más. sí te odian porque no les gusta cómo estás hablando, lo que dices, ves sus caras y son extrañas pero también tienen cara de extrañeza. esa mueca es la misma mueca. no lo pensarás dos veces, nena. ese gesto no lo provoca nadie más que tú cuando te pones a decir tonterías que adentro de tu cabeza suenan bien. le quieres transmitir a alguien tu alegría de estar aquí y la tristeza de estar tan sola. de que todos estén tan solos. lo ves todo de muy lejos, estás muy lejos. y lo sabes todo pero nadie te escucha, nadie sabe que lo sabes todo. en esos últimos momentos no pasa la vida frente a tus ojos, te golpea. la vida es violenta. siempre duele. duele mucho vivir.
II.
me prometí no estropear esto. nunca he pensado merecer nada pues no he hecho méritos. estaba conforme con estar esperando y nunca he salido a buscar aventuras y nunca he salido a buscar el amor y si lo encontré eso está por verse y si lo perdí y lo gané, también. yo soy una persona pequeña llena de cosas contradictorias y no lo entiendo. te envidio a ti, arturo, que lo tienes todo resuelto pero yo lo lloro todavía. me desato las agujetas para tropezarme con ellas, y me tomo mi tiempo para volver a amarrarlas. siento que estoy esperando un autobús que igual ya se pasó pero no tengo un mejor lugar a dónde ir. dentro de mis pequeñas contradicciones y mi pésima oratoria divido mi vida en bloques de cuarenta y cinco minutos durante los cuales nunca dejo de pensarte ni de planear una revolución que cambiará por fin el curso de este país.
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