aparte de sentirme físicamente mal, me invaden deseos locos de estrellarme contra la pared, como pajarito confundido o asustado. estaba pensando en morirme cuando me entero de que José Saramago se nos adelantó en el camino y me puse triste, no porque haya muerto sino porque soy yo la que me quedo aquí sin él pero digo bueno, por lo menos me dejó sus libros, el condenado.
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