¿Sabes qué me gusta mucho? Tú. Los techos de las fábricas.
No sé si se haya dado cuenta pero el metro ofrece unos paisajes muy bonitos de la ciudad porque se puede ver todo de lejos y desde arriba. Si lo toma en Universidad en dirección a Zaragoza y se coloca del lado opuesto al parque Niños Héroes, puede ver unas paredes grandes y largas de unas fábricas que están pintadas de colores fuertes con unos terrenos baldíos frente a ellas que en ciertas épocas del año se llenan de girasoles. Una fábrica está pintada de rojo y otra de amarillo. Imagínese la escena muy Godard. Ese es mi segundo paisaje favorito. El primero es cuando va de Cuauhtémoc a Central a Edison (siempre me bajo en Edison, mi estación preferida) y llegando a Edison se ven los techos de unos edificios que son como ondulados, muy viejos y pesados. Con el paso de los años he desarrollado placeres secretos que casi no le cuento a nadie porque resulta delicioso, por decir, ver esos techos, la forma repetida, simetría, las ondas, como olas estáticas de cemento gris, verlas pasar por efecto del movimiento. Suena muy poético pero para mí es como ver una película o una muchacha bonita. En París, cada estación de metro es arte en subterráneo, pero la verdad prefiero éste porque las cosas se han puesto así con el tiempo y nadie les dijo que se veían bien de esa manera, sino que son bellas porque así son, porque se les antoja serlo. Y pues que bueno que paso por ahí para poder verlo*.
1 comentario:
Mejor suerte es que lo compartas para que me lo pueda imaginar.
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