26 de noviembre de 2009

bicho bolita




Letty llevaba un botecito de plastilina play-dol color rosa fosforescente y me prestó un poco para jugar. A ella también le gusta mucho jugar con plastilina y el olor. La sensación de pasarla por tus manos, aplastarla y moldearla, las ganas que te dan de comértela. La posiblidad de crear cualquier cosa (ella hizo un monito que le tapaba los ojos a otro). Dijo ella, es que el otro día me dieron ganas de comprar el bote, hace mucho que no compraba; y le hizo a su mamá una flor. Tiene su técnica, le gusta hacer cosas redondas y con formas claras, nada abstracto. Tiene 23 años.

Ya no sé si ser feliz es una razón para hacer cualquier cosa. Pienso en lo que es la felicidad y luego mejor en lo que me pone feliz. Lo único que se me ocurre son los fines de semana o asuetos, en la secundaria, cuando no tenía que ir a la escuela; precisamente porque no tenía que ir y podía quedarme y ser lo que yo quisiera en vez de algo que no quería y odiaba. Pero luego desapareció ese sentimiento de que mi vida era una película de horror y con él los fines de semana y asuetos. Luego por un rato todos los días fueron iguales, ahora estoy tratando de convencerme de que pasé estadística. Aw, la probabilidad de lo extraordinario.

O a lo mejor la felicidad era la bolita de plastilina rosa fosfo con la que estaba jugando hoy en la mañana. No es una metáfora. No sé si me explique.



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