12 de febrero de 2020

viaducto

viaducto
recién llegadas a la ciudad, el primer departamento que M y yo fuimos a ver fue uno que estaba sobre viaducto cerca de un metrobús. era un edificio viejo y el departamento estaba aún más viejo (me dio esa impresión, no sé cómo era eso posible, no pregunten). todo el piso era duela o madera y olía a encerrado como olía la biblioteca de papá jaime. era grande pero no espacioso, estaba muy oscuro y $1,000 fuera de nuestro presupuesto. seguramente estaba embrujado. tenía una sala-comedor, una cocina, un baño, un pasillo, y lo habían anunciado con dos habitaciones que estaban dispuestas de la siguiente manera: entrabas a la habitación y dentro había una puerta que te llevaba a otra habitación más pequeña. seguro estaba pensada para ser una oficina. la verdad, siendo M y yo unas románticas de la arquitectura, el lugar nos había parecido encantador, y pude imaginarme perfecto las tertulias bohemias con escritores y artistas que habríamos de conocer en esta ciudad de deidades. de no ser por el detalle de los cuartos, lo hubiéramos tomado en ese momento. recuerdo que entró con nosotros un chico también 20añero que le dijo a la señora que nos lo mostró: hágame un descuento, soy yo solo. 

soy yo solo
después de eso, vimos muchísimos departamentos. recuerdo que visitamos uno en la narvarte oriente. fachada típica de la colonia, recién remodelado,  con personalidad (así le decíamos a los depas que estaban viejitos), dos habitaciones, un baño, una cocina, zotehuela. dentro del presupuesto. afuera del edificio nos topamos dos chicos que iban a ver el mismo lugar que nosotras. platicamos un rato, ellos eran actores y novios y se iban a vivir juntos y nos caímos bien y qué tal si compartíamos la renta. intercambiamos números pero nunca se hizo nada de eso y M y yo bromeamos con que tal vez dimos la impresión de ser asesinas seriales o algo. vimos muchos lugares en calzada de tlalpan, en la del valle, en la asturias, en la obrera, en la doctores. no nos acercamos al centro ni más al norte porque mi trabajo estaba en miramontes y esperábamos que M trabajara por polanco o tal. nos estábamos quedando en un cuarto en la roma, con unos uruguayos muy buena onda y una norteña a la que casi nunca veíamos porque se la pasaba en el trabajo. el día que nos fuimos comimos pizza para celebrar. aún no teníamos donde vivir y mi amigo M nos acogió en su casa en villa coapa. sin su ayuda, seguro hubiéramos vivido en el metro.

eje 5
teníamos una cita para ver un departamento en eje cinco. salí de trabajar y me quedé de ver con magda en metro eugenia. nos perdimos un poco. el señor de bienes raíces que estaba mostrando el departamento hizo comentarios acerca de que estábamos muy chiquitas y que si de verdad podíamos costear un depa y que si mejor no queríamos unos cuartos de servicio. jaja, teníamos 25 años, pinche puñetas. o sea a lo mejor no podíamos costear el depa que estaba mostrando pero muy chiquitas no estábamos. no, de hecho sí podíamos costearlo, ya me acordé, estaba $1,000 menos de lo que nos habíamos imaginado y era perfecto. perfecto. pero no teníamos aval. jaja no sé por qué estábamos haciendo todo eso, tal vez sí debimos habernos quedado en nuestro rancho. pero ahí estábamos. de todas formas, dijo M, está embrujado. hay fantasmas, dijo. yo le creo mucho cuando dice cosas así y pues no era para nosotras. nos fuimos resignadas y frustradas.

división del norte
encontramos este depa por casualidad, caminando por la colonia. tenía un letrero chiquito de se renta en la puerta. hicimos cita y vinimos a verlo. estaba recién pintado, muy iluminado, sospechamos del ruido de la calle y las escaleras estaban agotadoras. quién sabe qué chingado tienen estas escaleras que siempre todos se cansan al subirlas. tengo seis años subiendo las mismas escaleras y todavía no me acostumbro. M me corroboró que efectivamente no estaba embrujado, pudimos conseguir un aval, y nos mudamos. la primera noche aquí nos llegaron los colchones y dormimos con unos sprays de gas pimienta a lado por si nos robaban, idea mía. no había nada más que eso y nuestra ropa. luego compramos una mesita en la lagunilla. luego compramos otra mesita y una estufita. luego, un frigobar. luego, cosas para el baño. luego sillas y al final un sillón. eran muy pocas cosas y llenamos los espacios con plantas y peleamos sobre el color de las persianas. no tuvimos tertulias con artistas sino pedas hasta la madrugada con borrachos aleatorios organizadas por la borracha de yo. luego llegaron personas y se fueron y llegaron más personas y tal. esta casa está marcada con mis recuerdos y el día que me vaya y que llegue alguien nuevo va a decir: sip, definitivamente está embrujada.

2 comentarios:

ah, sí dijo...

que bonito

Arturo Contreras dijo...

Ya publica un libro y fírmamelo para presumir que te conozco, Zelt.