4 de septiembre de 2019

el invierno que se quemaron todos los ficus

hoy está lloviendo en monterrey porque hay un huracán. suspendieron clases y todos los automovilistas se tienen que andar con cuidado para que no se los traguen los pozos. hoy estoy lejos de mi ciudad natal pero los familiares me mantienen al tanto. creo que todos están bien y han tomado precauciones. conozco perfectamente la situación de la ciudad bajo la furia de la naturaleza: miedo porque es sabido que todo se puede caer de repente, hastío por pasar tres horas en el tráfico que debieron haber sido una, caos. pero también emoción, hambre de sucesos, satisfacción de encarar un paisaje apocalíptico y algo que nos marque. y es que en mty, lugar donde casi nunca ocurre nada, cuando algo ocurre, ocurre de las maneras más raras.

mis momentos favoritos de la ciudad de monterrey tienen que ver con fenómenos naturales, voy a enlistar algunos según los recuerdo, puede que estén todos mal.

el gilberto
en septiembre de 1988, mis papás tenían a lo mejor un año de casados, yo tenía meses de nacida y vivíamos en ciénega de flores. dice mi mamá que el día que el huracán gilberto golpeó en monterrey papá llegó temprano del trabajo con muchas de botellas de agua, latas y otras provisiones, y que cubrió las ventanas de la casa con tablas de madera. dice que ella no estaba enterada de la magnitud del evento y que lo sintió como una lluvia fuerte y que lo que más le preocupaba era que no me fuera yo a despertar porque luego era bien llorona. se dio cuenta al día siguiente al ver en la tele todo lo que había sucedido en el área metropolitana: el río santa catarina llenísimo, muchas personas evacuadas de sus casas, cosas caídas y demás. yo no me acuerdo de nada porque estaba dormida, no me desperté.

https://www.youtube.com/watch?v=Ze2R4qKUuVA

el ventarrón de semana santa
en el 2008 ya vivíamos en san nicolás y la familia pasaba por un momento raro y triste porque papá y mamá peleaban mucho. hacía algunos años que no salíamos de vacaciones familiares como solíamos hacerlo siempre cuando A, M y yo estábamos chiquitos, también porque habíamos crecido y teníamos amigos, novios, escuela, trabajo y tal. esa vez papá anunció que nos íbamos de vacaciones de semana santa y recuerdo que no me agradó la idea porque no quería estar con ellos encerrada en el auto en medio de la carretera camino a querétaro, pero así las cosas. estoy recordando esto y siento que es algo que le debo contar a mi psicóloga. el caso es que un día antes de salir se soltó un viento fuerte y raro como nunca lo había visto en mi vida. no había lluvia ni nada, era mucho viento con polvo que tumbó todo lo que pudo. se cayeron cables, anuncios panorámicos, postes de luz, algunos árboles. se fue la electricidad. esa noche nos sentamos en las mecedoras en el porche de la casa con las lámparas de emergencia a oír el aire. extraño muchísimo sentarme en el porche de la casa con cualquier excusa. de repente, así como inició, el viento se detuvo. los planes de las vacaciones familiares no cambiaron y al día siguiente muy temprano, tal como estaba planeado, salimos en el auto. lo que vi no me asustó, me sentí emocionada: toda la ciudad estaba cubierta de polvo y todo se había venido abajo, estaba desolada. creo que sentí que era el desplome emocional que necesitaba, como que representaba la manera en la que me estaba sintiendo. el resto de viaje estuve tranquila.

https://www.youtube.com/watch?v=-TzQKtexugk

el alex
wey el 2010 no fue mi año. estaba en el hoyo de la depresión sin saber qué hacer de mi vida y demás. las cosas que debían causarme alegría sólo me mortificaban, etcétera. dirán ustedes que soy una chiflada llorona y sí, pero también es cierto que no me estaba sintiendo nada bien y no era lindo ni gracioso. para julio de ese año lo único que me hacía levantarme de la cama era el trabajo bien pinche que tenía, y era sólo porque tenía que hacerlo, pero sí me estaba carcomiendo el alma. el huracán alex entró bien fuerte a la ciudad a principios del mes y ahora sí lo destruyó todo. en el río santa catarina habían hecho unas canchas de golf y soccer muy bonitas y privadas y caras y todo se lo llevó. ese año nos quedó claro que con el río uno no debe meterse porque no hay quien lo detenga. y es que antes era nomás un riachuelo inofensivo pero cuando golpearon las lluvias se puso monstruoso, la corriente se lo llevó todo, incluso las avenidas principales que conectan el área metropolitana de monterrey. no mames, un desmadre, la ciudad paralizada. con esa excusa, dejé de ir al trabajo. ya no voy a ir, les dije. la empresa incluso estaba ofreciendo cuartos de hotel cercanos a la oficina para que los empleados pudieran ir a trabajar, porque así son los regios: la madre naturaleza nos da una bofetada y nosotros de que okay pero cómo vamos a llegar al trabajo. al final no les importó que dejara de ir y honestamente a mí tampoco porque los trabajos son sólo trabajos y todos somos remplazables. se consiguieron otra esclava. yo me hundí en mi cama y veía repeticiones de america's next top model. ya ni lloraba. no me acuerdo cómo salí de esa pesadilla pero debo decir que años después el río santa catarina, que se mantuvo intocable, floreció con un chorro de árboles y una corriente respetable y ahora cuando pasas por constitución o morones prieto puedes ver un verdadero bosque. y algo así mi alma. deaa. o algo así, yo qué sé. 

https://www.youtube.com/watch?v=8Yrwt770FhU

el invierno que se quemaron todos los ficus
bueno, miren, cuando el área metropolitana de la ciudad estaba expandiéndose, se construyeron muchos fraccionamientos que por supuesto no tenían ni un arbolito. cuando la gente llegó a sus casas nuevas en san nicolás o apodaca o escobedo o así, obviamente quería sombras y no sé por qué se puso de moda sembrar ficus. no soy bióloga ¿okay? entonces voy a decir que creo que todos sembraron ficus afuera de sus casas porque eran los árboles que más rápido crecían, que aguantaban el calor, no se secaban fácil y se veían bonitos. de nuestros ficus, me acuerdo que un señor pasó vendiéndolos chiquitos y mamá compró dos y los sembró en el porche muy pequeños y quince años después estaban grandes y daban sombra. 

los inviernos en nuevo león son fríos pero no cae nieve, sí hay temperaturas bajo cero y sólo en situaciones muy extremas se congelan las cosas. en febrero del 2011, hizo chingos de frío durante algunos días, de ese frío que te cala en los huesos (amo esa expresión). según recuerdo, la helada duró dos o tres días y luego todo volvió a la normalidad y volvió a salir el sol, pero lo que pasó con los árboles fue de lo más siniestro, creo. resulta que semanas después de la helada, las hojas de los árboles, sobre todo la de los ficus, se empezaron a poner moradas porque se habían quemado con el frío. yo nunca había visto tal cosa pero la muerte es como algo muy instintivo y simplemente lo sabes. esos árboles ya no iban a reverdecer. 

después de que las hojas se pusieran moradas, cambiaron al violeta más intenso radioactivo que se puedan imaginar. lo juro, entraba a la calle donde vivía y me dolían los ojos de la intensidad del paisaje. me gustaba mucho ese color, pero al mismo tiempo sabía que era un anuncio de muerte y sabía que estaba conviviendo con cadáveres que se habían quedado de pie y eso me ponía triste y me parecía tétrico, digno de una película de terror. en los siguientes meses el violeta se hizo café y del café siguieron las hojas secas y tiesas. llegó la primavera y los árboles estaban completamente secos y pelones, así que los tuvieron que cortar todos. seguro hubo especies de árboles que sobrevivieron, pero los ficus, que eran los que más habían en las colonias, desaparecieron. imaginen si de por sí no hay árboles en esta ciudad, y se mueren los pocos que quedan. la verdad la vida transcurrió de manera normal, quiero decir, no hubo daños a infraestructura por lo que tal vez el fenómeno pasó de largo. pero estoy segura que tuvo que haber consecuencias en el clima o algo por el estilo, además de en nuestro inconsciente. no creo que los regiomontanos nos hayamos sentido tan normales haciendo nuestro día a día en medio de un aliento de muerte. algo tuvo que haber haber cambiado.

https://www.publimetro.com.mx/mx/noticias/2011/03/01/heladas-acaban-con-arboles-y-aire-puro-en-monterrey.html

https://www.youtube.com/watch?v=_x0Nk02Xrrs



debo decir dos cosas: 1- al final seguimos siendo animalitos y respondemos un chorro a los fenómenos naturales porque aunque ya sabemos cómo funcionan no terminamos de entenderlos del todo. 2- la ciudad ha tenido momentos más bonitos por mucho, y también tendrá momentos peores. es triste ver todo lo feo que pasa cuando se cae el cielo pero también nos da para pensar en cómo nos relacionamos con la naturaleza y con el planeta y cuál es nuestro lugar y responsabilidad. cada lluvia que cae y la manera en la que respondo a ella me define. todo eso lo aprendí en monterrey. esas lluvias y esos ríos y esas montañas las llevo en la sangre aún más que la carnita asada. eso somos.





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