24 de septiembre de 2014

villa de cortés




mucho tiempo después de que falleció mi tía juany todavía seguía haciendo planes para invitarla a mi graduación o ir a visitarla los domingos. se me olvidaba su muerte. debe ser porque no la veía todos los días y estaba un poco acostumbrada a su ausencia. me hubiera gustado un chorro que hubiera ido a mi graduación.


cuando falleció naomi fue distinto. su nombre en la lista de asistencia era un recordatorio constante de lo que había pasado y el ánimo en el salón estaba un poco cargado de tristeza, una tristeza que sólo los niños pueden ocasionar. como una energía firme, fuerte, pero melancólica. qué sé yo. mi mamá también fue maestra y en una ocasión un camión atropelló a un alumno suyo. estoy muy muy segura de que nunca la había visto llorar hasta ese día, no porque no lo hiciera sino porque nunca lo hacía delante de mí. mamá es una mujer fuerte.


cuando era pequeña, teníamos un perrito que se llamaba peluche. era gruñón y arisco pero lo queríamos mucho. un día lo atropelló un coche y le rompió la columna y el veterinario dijo que tenía que dormirlo. dormir es un buen eufemismo para morir. creo que esa fue mi primer contacto real con la muerte, la primera vez que se moría alguien realmente cercano. luego falleció mi abuelito y fue triste pero mi cerebro interpretó ambas cosas como algo natural y normal, por lo que no me resultó tan doloroso, supongo. lo que sí me impresionó fue el hecho de las personas y los perritos dejaran de existir un día nada más así. 


nada más así.






todo lo que existe deja de existir un día, nada más así. todo muere.


 

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