29 de diciembre de 2013

2013




J y yo nos pasamos un día precioso caminando por coyoacán buscando la casa azul. estaba nublado y hacía sol al mismo tiempo y no estaba haciendo frío. saliendo de la estación del metro había un señor que vendía frutita y yo compré jícama y J compró mango con chamoy porque le gusta mucho el chamoy. no sabíamos hacia dónde ir así que sólo caminamos. tengo la teoría de que si caminas derecho cuando estás perdido llegas al lugar que buscas, a veces hay que caminar demasiado pero siempre llegas, de tal manera que nunca puedes estar perdido. yo nunca estoy perdida porque siempre me encuentro. caminamos pues, íbamos platicando y comiendo fruta y en algún punto el lugar nos resultó familiar así que decidimos preguntar para ubicarnos mejor. preguntamos a unos novios que iban pasando y detrás de ellos venía una chica de cabello azul que nos escuchó y nos gritó "sigan caminando derecho hasta que mueran" mientras se alejaba. no comprendí si estaba siendo grosera o si trataba de ser amable o si estaba enojada con nosotros por ser turistas o tal vez tenía hambre. los novios se extrañaron también. "pues no les miente" nos dijo el chico, "si siguen por esta calle..." y con ayuda de google maps nos dio indicaciones. cabe mencionar que ni J ni yo teníamos señal en el celular y por eso no hicimos lo mismo. los novios fueron muy amables, les agradecimos y continuamos ya con una dirección fija. cruzamos una avenida grande y varias calles con nombre de países y había muchas casas muy lindas y J vio unos carros antiguos que le gustaron, a él le gustan los autos, luego pasamos por una casa donde había un gran danés dormido en el porche y J dijo "mira un perro", a J le gustan mucho los perros en especial los grandes daneses. finalmente llegamos a la calle donde está el museo y yo tuve que apurarme para terminarme la jícama porque no me iban a dejar entrar con ella pero descubrimos que el museo estaba cerrado ese día por alguna extraña razón.  nos tomamos unas fotos en la pared azul y discutimos si ir al museo de león trotsky que al parecer está en la misma área pero decidimos seguir caminando hasta lo que supongo es el centro de coyoacán, donde está la fuente de los perritos. sorprendenemente todos en coyoacán tienen perros así que resultó bastante entretenido porque a J le gustan los perros. a mí lo que realmente me gusta es caminar de la mano de J un día ni soleado ni nublado. llegamos sin problemas a la plaza y vimos varias cosas: una especie de payaso que contó un cuento con la participación de las personas que se detenían a verlo, la presentación de un grupo musical y un grupo de danza, un tipo que simulaba ser una estatua dorada del quijote, un perro esponjado, una señora sordomuda muy simpática que nos sacó plática a pesar de que pues no habla, una chica que vendía paletas para costearse su escuela, y una señora que pasó vendiendo grillos. a ella le compramos una bolsita de grillos porque J nunca los había probado y cuando lo hizo dijo que sabían bien pero que no le gustaba que tuvieran forma de grillo. por qué no los muelen, dijo. estuvimos sentados en una banca y  me recosté en sus piernas y miré al cielo y podía ver la nariz de J y algunos árboles. creo que esa fue mi parte favorita del día. luego le pedí que me tomara una foto en la fuente y luego le tomé yo una a él. como no teníamos hambre todavía fuimos a ver las tiendas y mercaditos que hay en el lugar y J me compró unos aretes que tienen la letra J y compró un chal muy lindo para su mamá. creo que después de esto iniciamos nuestro camino de regreso al metro y tomamos el mismo camino que de venida, tal vez no era el más corto pero por lo menos no nos íbamos a perder. y lo vimos todo de nuevo: la casa cerrada de frida kahlo, la casa del gran danés, los carros antiguos, las calles con nombres de países, la avenida grande, la calle donde los novios nos dieron indicaciones y donde nos gritó la chica del pelo azul, el señor de las frutas, y la estación del metro.




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