2 de enero de 2011

domingo

cuando era chiquita y la familia todavía no sufría ningún detachement, nos pasábamos los domingos visitando a los abuelos y haciendo el mandado. regresábamos en la tarde a la casa un poquito cansados y fastidiados, porque los domingos han sido así desde siempre: hartazgo. uno de esos días pasamos en el coche por constitución (gran avenida) y alcanzamos a ver a un vagabundo, barbón y sucio, sentado en el zacatito debajo de un árbol, leyendo el periódico. a mi papá le dio risa y dijo algo cómo "¡quién fuera él!". creo que por un momento sintió genuina envidia. yo era pequeña pero comprendí un poco: el señor vagabundo no tenía ninguna preocupación, ningún trabajo o tarea pendiente, no debía visitar a sus abuelos, ni hacer el mandado ni nada. él solo estaba sentado debajo de un árbol mientras todos los demás nos preparábamos para el terrible lunes. me acuerdo que ese día, cuando llegamos a la casa, mi mamá me hizo un lonche de jamón.

a veces uno se aferra a tener cosas que ni siquiera quiere en realidad.



No hay comentarios: