24 de enero de 2010

desprecio pt. 2



La primera persona en romperme el corazón no fue un muchacho. Fue mi mejor amiga en sexto año de primaria. Para contextualizar, pasábamos por una edad incómoda en la que por lo menos yo tenía la autoestima de una papa, por lo tanto era una niña tímida, solitaria e incómoda que no le hablaba a nadie. Por eso cuando conseguí, después de seis años de tremenda soledad, tener una amiga con la que me llevaba muy bien, pues la cuidaba mucho y no la dejaba ir. Cynthia era una niña que había llegado un año anterior a la escuela y venía de la ciudad de México, era chilanga, muy alta y grandota, con el cabello negro bien lacio y los ojos bonitos pero eso nadie lo notaba. Como no tenía mamá porque sus papás estaban divorciados, pues nadie tenía tiempo para asesorarla en cuanto a su presentación personal y por lo tanto siempre iba masomenos greñuda a la escuela. Sumando eso al hecho de la pubertad y así (pienso que es algo importante). No fue muy bien aceptada por los demás niños y niñas, quiénes se burlaban de su acento y de su estatura, pero ella tampoco era dejada: era peleonera y sabía defenderse. En fin, no creo que haya sido por nada de esto por lo que nos hicimos amigas, si no por algo que sucedió luego en todas las relaciones importantes que he establecido con otras personas y que supongo es mi única forma de mostrar empatía: ella hablaba mucho, tenía muchas cosas que contar y explicar para desahogarse; y yo era calladita y buena escuchando. No puedo decir que nos queríamos pero por lo menos no estábamos solas. Creo que como su compañía era valiosa para mí, la cuidaba demasiado, la acaparaba. Yo nunca intenté ser más social, supongo que estaba a gusto así. Pero bueno, ella no. Ella creció y se hizo bonita, yo no. Y entonces hubo problemas. Verá, el problema principal fue que se aburrió. De mí, por decir. Y pues verá, sucedió que un día en el recreo, después de haber estado ignorándome toda la semana, estaba yo comiendo mi lonche sola en una banca de la escuela y se me acercó y me dijo: "Está triste el día, verda" y yo: "Pues sí". Entonces me dijo, cito: "Oye, tengo algo que decirte. Creo que sería mejor que dejáramos de juntarnos por un tiempo". Y yo: "Ah... bueno...". Y voy a terminar aquí la historia, porque las conclusiones son un poco tristes.

1 comentario:

Letty g. dijo...

:O maldita bitch! no la conozco pero la odio por hacer sufrir a mi amiga u_u