12 de marzo de 2015

la vida es un círculo pero no existen círculos perfectos.






hoy el clima amaneció raro. el cielo estaba despejando y azul y hacía un montón de frío y cuando llegué al trabajo noté que lo que me informan es el ajusco estaba lleno de nieve en la cima. se veían precioso. llegué a tiempo a mi junta sólo para descubrir que sí había junta pero en otro lugar. a veces cuando me equivoco así (por distraída) me invade un fuerte sentimiento de abandono y me siento frágil. durante toda la mañana no pude pensar en otra cosa que no fuera la cima del cerro llena de nieve. quería estar ahí porque se sentía limpio y tranquilo. en esta ciudad muy pocos lugares son realmente limpios y tranquilos. me estaba sintiendo mal y me estaba sintiendo sola y necesitaba realmente estar en un espacio en donde pudiera gritar, un espacio tan tan amplio que el sonido no pudiera rebotar y donde no se escuchara nada. estaba queriendo morirme otra vez. los días que más tristeza me dan son precisamente estos días de frío. 

he descubierto que cuando eres joven es más fácil no estar satisfecho con la vida porque en cierta manera tienes toda tu vida por delante y aunque ésta apeste, tienes mucho tiempo para mejorarla o (si eres como yo) esperar que mejore. en cambio, cuando creces el tiempo se agota y la insatisfacción ya no es tan fácil porque tienes que aceptar de frente el hecho de que eres un fracaso y eso es algo muy grande y terrible que pocas psiques pueden procesar, así que la adultez te obliga a conformarte un poco con la manera en la que son las cosas y convertirte en un optimista idiota. los optimistas idiotas son como esas personas que ves en facebook que celebran los lunes con un meme muy lindo o que celebran sus pequeños e insignificantes logros con una foto.

todos los logros son insignificantes pero eso tampoco importa.

hoy en el metro me di cuenta de que hay mucha gente que no sabe mi nombre, no me conocen, me ven y los veo y no sabemos quiénes somos. no saben que el edificio en donde vivo se tambalea a veces, ni que estoy sangrando por dentro, ni qué maneras de morirme estoy considerando, ni qué libro estoy leyendo, ni si preparé mis clases, ni qué va a pasar con la ropa que colgué a secar, no saben nada. y hay tanto que no sé. cuando llego a ermita en la línea azul me paro en el andén frente a una casa morada con ventanas grandes. he estado ahí a diferentes horas: muy temprano en la mañana, a media mañana, en la tarde, muy noche. sólo he visto a las personas que ahí viven una vez: es una pareja al parecer joven, cuando los vi se estaban abrazando en el comedor. supuse que eran una pareja joven porque mi razón no asimila que una pareja de más de 10 años se abrace en el comedor. eso es algo que nunca he visto y no estoy segura de que sea posible.

daría lo que fuera por tener el super poder de meterme a la casa de las personas sin ser vista. tengo el super poder de desaparecer si me quedo quieta durante una cantidad considerable de tiempo en un mismo lugar sin moverme, me mezclo con el fondo. no saben la cantidad de veces que he oído "¿y zeltzin?" estando yo ahí, a la vista. tengo el talento natural de ser un objeto inanimado.

me pregunto si la persona que vive en la casa morada se para todos los días en su ventana mirando al andén del metro para observar a las personas que esperan. 

hubo una época en la que me daban jaquecas muy fuertes y me hacían sentir físicamente mal pero aprendí a disfrutarlas porque el alivio que sentía después era incomparable.

la noche a veces trae sombras y la imperiosa necesidad de llegar a casa pero al llegar te das cuenta de que esa no es tu casa y que esa no es tu sombra y que esa no eres tú tampoco.








1 comentario:

ratatatatatototototpo dijo...

Todos somos sillones abandonados en la vía publica. Te quiero porque entiendes el sentimiento que viene después de un gran dolor físico o de una larga espera.